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ACERCA DE LAS PROPUESTAS EDUCATIVAS DE RODRÍGUEZ LARRETA * II

Es ésta mi segunda nota acerca de las propuestas educativas que Rodríguez Larreta anunció días atrás en San Luis. Vaya primero una aclaración con disculpas.  La nota anterior destacaba las 10 propuestas anunciadas y así reflejadas en medios nacionales y provinciales.Pero en la web del pre candidato a Presidente de la Nación, veo que las propuestas son once, todas ellas englobadas en el concepto de revolución educativa. ¿Esta diferencia será una mala jugada de la memoria del candidato o todo el periodismo escuchó mal?

Lo importante es que hasta el momento Rodríguez Larreta es el único candidato que ha presentado y explicado, brevemente, un programa para educación.  Grabois ha incluido en su web un listado de acciones englobados en tres ítems, sin ampliación alguna. Milei habló de los vouchers y de una educación no obligatoria; callarse habría sido mejor para él. Del resto de los pre candidatos no encuentro propuestas. Hace ya más de 10 años que insisto en esto de proponer una política educativa para Argentina, de ahí estos análisis y comentarios.

Parto desde mi convencimiento que la decadencia actual de nuestra educación argentina es responsabilidad de muchos gobiernos nacionales y provinciales. A lo largo de los años la política se ha embebido de cortoplacismo, de la acumulación de poder y riqueza y de ganar las próximas elecciones. Con esa visión de país, no hay forma alguna de crecimiento sostenido, de dignificar al país todo. Ese es el origen de este dura y triste realidad nuestra.

Yendo al terreno educativo y de lo que se nos propone en esta campaña electoral, afirmo que una revolución educativa no se logra por medidas aisladas, sino una política de estado que tenga una visión integral y sustancialmente distinta de la educación para siempre.

Un cambio así de integral, es una revolución educativa, idea que rescato y aplaudo. Así lo expresé allá por 2011. No digo que las medidas que se prometen sean inútiles, sino que son parches dentro de lo mismo de siempre. Son necesarias, pueden llegar a mejorar el panorama, pero no a resolverlo. Parches no son un cambio profundo y sustancial. Debemos cambiar el punto de vista y de ataque, cambiar la lógica de los acontecimientos de una problemática tan amplia y tan delicada como la educación.

El nudo del problema es político. Argentina carece de una política de estado que privilegie a la educación como la generadora de todas las profesiones y todos los trabajos. Un pueblo sin toda la educación que es capaz de recibir, es más fácil de controlar y manejar para quienes hacen de la política no un servicio, sino un “modus vivendi.”

La buena y correcta idea de una revolución educativa es la que debe movilizarnos de aquí en más. Se llegará a ella con diálogo y consensos, con república, democracia, honestidad, ética, trabajo, sin violencia alguna. Hay mucho que hacer y muchos obstáculos por superar, eso se logra acudiendo a los mejores valores de vida. El gran cambio que desde tanto tiempo se reclama sin lograrlo, es una nueva forma de sentir, pensar y concretar la política. Veamos.

Prioridad educativa: Una nueva política debe generar políticas de estado a realizarse a lo largo de muchos años, por todos los gobiernos que se sucedan.  La primera acción de una política de estado en educación es declararla como prioridad fundante de la Nación. Así lo han hecho, y siguen haciéndolo, varios países que debemos mirar con atención. Una prioridad así deberá traducirse en una ley consensuada con las distintas expresiones partidarias, academias científicas, universidades, etc. A esto le he llamado Gran Acuerdo Nacional Educativo o GANE.

Esa prioridad, incluye varios aspectos: gubernamental, económico, social, profesional y técnico. El orden en que están mencionados no implica importancia, deben encararse todos juntos, siempre. Gubernamental: El gobierno nacional y las jurisdicciones deben asumir que esta prioridad educativa, es la base para crear y sostener el crecimiento material y humano. Sin mucha y buena educación, nuestro país irá siempre atrás de aquellos que sí la tienen porque han entendido cuál es la prioridad de todos los países y sociedades.La legislación debe incluir muchas más responsabilidades que las actuales a la nación; hay que superar aquel error de transferir todas las escuelas a las provincias, sin preparación, sin planificación, sin presupuestos y con todos los problemas.

Económico: el presupuesto debe satisfacer las demandas de todas las acciones que se pongan en práctica. Esa será la mayor y mejor inversión nacional. Por cierto que ha de hacerse en forma progresiva habida cuenta de la grave realidad económica actual. La actual legislación establece un 6% del PBI para educación. Poco se lo ha cumplido, siempre escondiendo la realidad o inventando ridículas razones. Complicidad de legisladores que aprueban los presupuestos y de los gobernadores que callan a cambio de algún otro favor. La educación termina siendo la Cenicienta del presupuesto.

Social:  También la sociedad debe priorizar la educación, valorándola y convirtiéndose en apoyo, crítica y exigencia a la política, a los docentes, a sus jóvenes generaciones. La tan mentada pauta publicitaria de los gobiernos para propaganda política o personal, debe orientarse a campañas educativas para fortalecer las acciones en marcha y poner a la educación en el podio del interés nacional. Los medios de comunicación, deberán convertirse en portadores de estas prioridades y de un ámbito cultural – educativo alejado de la superficialidad, la grosería y la chabacanería que campea hoy en la mayoría de ellos.

Por último, la familia no puede abandonar ni aflojar en su responsabilidad de primera educadora. Todo el país una escuela, cada casa un aula.

Lo profesional: La prioridad educativa, debe acompañarse de priorizar la profesión docente. Porque si se aspira a una revolución educativa, se necesitan actores militantes de esa tarea en el frente del ataque a los problemas existentes. Esos actores, esos gestores claves son los docentes. Si ellos no están convencidos y provistos de lo necesario, no tendrá lugar el gran cambio. También tiene varios componentes. El primero, es una Reparación Histórica del salario docente. Será política de estado llevar a la docencia, en forma progresiva y persistente, al podio de las profesiones mejor pagas del país. No es demagogia, es lo que nos dice la experiencia mundial. Gran parte del ausentismo y de los paros docentes tienen origen en los problemas anímicos y de salud que originan los bajos salarios. Ausentismo y paros no se solucionan con las limitaciones de la ley de servicio esencial, sino atacando la causa madre: lo no prioritario de la educación de la docencia. Un docente debe ir a su trabajo con la alegría de ejercer su profesión sabiendo que con ella puede garantizar vida y futuros dignos para sí y para su familia.

Resolviendo paso a paso el problema salarial, el gobierno, cualquiera sea él, tendrá la autoridad moral para exigirles todo lo mucho y bueno que deben y pueden dar. Debe avanzarse en la dedicación exclusiva para los docentes, de modo tal que no les sea necesario tener dos o más trabajos para lograr los ingresos necesarios. Exclusividad que resuelva ese tema a la par que se especialicen, investiguen y atiendan las dificultades de sus alumnos. Puede comenzarse con maestros exclusivos, por concursos de méritos, en los primeros grados de la primaria. Otro factor, es la formación docente, que debe ser profunda, exigente, tanto en la inicial específica como a lo largo de toda su carrera activa. Los salarios deben premiar a la especialización, mucho más que a la mera antigüedad. Otro, es que la sociedad toda respete, cuide y apoye a sus docentes. Esta múltiple dignificación profesional hará que se multipliquen las vocaciones y que éstas se concreten en niveles de excelencia.

Técnico: Las ciencias de la educación deben aportar mucho en la currícula y metodología de cada nivel.   Mucho se investiga, mucho se habla y poco se concreta en lo atinente a los cambios curriculares, a la didáctica y formas evaluativas. La educación suele ser muy resistente a los cambios. Asimismo, debe cambiarse la arquitectura escolar ya que se sigue construyendo sobre la base del paradigma edilicio de hace cien años o más.

A modo de cierre: Todas aquellas ideas o propuestas que nos hablan de cantidad de días y de horas de clase, del uso de computadoras, de más o menos libros, de qué idiomas, etc.; forman parte de las acciones propias de los componentes de la prioridad nacional que propongo.

Creo e insisto en que una prioridad nacional así integrada está mucho más cerca de una revolución educativa, que una declaración de actividad esencial, centrada más que nada en limitar el ausentismo y los paros. Los problemas que nos afligen, sean los que sean, se resuelven atacando su raíz, hacerlo en sus manifestaciones los aplaca sin eliminarlos.

SAN LUIS. Julio 19 de 2023