EL DECAMERÓN cumplió ya un año. Y con la modestia de sus responsables poco se dijo. Como debe ser. Pero los amigos e invitados sí debemos decir algo. Casi sin darnos cuenta este proyecto original de Otero y Vinuesa (hoy sólo a cargo de Otero) se fue metiendo entre los sanluiseños que buscan la noticia investigada y analizada; sin el tratamiento obsecuente o conventillero que suele ser frecuente cuando falta responsabilidad.
Enhorabuena por el aniversario para autores y responsables.
Enhorabuena para los que nos enriquecemos con este tipo de periodismo.
Y como toda ocasión es buena para la reflexión, aquí van las de este momento.
Esta realidad argentina se está convirtiendo en un potro de difícil monta, para los que suelen vivir a expensas de otros. Poco a poco se van corriendo telones, conociendo mafias y trenzas, el verdadero rostro de personajes e instituciones.
Y esto tiene mucho que ver con lo que los medios de comunicación social vienen haciendo con sus denuncias sobre las distintas manifestaciones de corrupción que se vienen desarrollando desde hace tiempo. Los medios están desnudando con sus notas e imágenes, el origen de esta sensación de asco social que nos envuelve.
Pero hay que tener un especial cuidado en que estas denuncias no queden en una sucesión de campañas, de investigaciones más o menos estruendosas a las que la velocidad con que se vive hoy las haga olvidar mañana. Hay que evitar que todo lo que se va sabiendo y denunciando no alimente la indiferencia o el descreimiento.
Paralelo al accionar de los medios, existe una avidez casi morbosa de denuncias, involucrados, etc. Y mientras más altos los personajes, mejor. El primer cuidado, es no comprar pescado podrido y no caer víctimas de falsas denuncias o de otras mal hechas en las que finalmente no pasa nada o que distraen. El otro es que la sociedad debe aprender a ser coherente con este generalizado rechazo a la corrupción. Coherencia a manifestarse en una fuerte y organizada colaboración con todos los que investigan y denuncian, en la demanda de castigo, de una justicia ejemplificadora para quienes se han burlado del trabajo, de la honestidad, de las instituciones.
Es necesario que individual y socialmente exijamos y apoyemos una labor tan firme como transparente en la investigación policial y judicial. Y poner en práctica el castigo social, imprescindible en el tema.
Porque el corrupto, el delincuente, el que lo ampara o lo oculta, el que le da cargos públicos, el que crece a expensas de las distintas formas de corrupción suele ser vecino nuestro. A quien encontramos en la calle, en el bar, en el trabajo, en el descanso, en la plaza, etc. Y pese a saber lo que son y lo que han dañado a todos, comprometiendo incluso a las futuras generaciones; nos comportamos con ellos como si nada pasara, como si los necesitáramos; como si estuviésemos esperando de ellos que nos lleven al calorcito de la plata y del poder fácil y falso.
Debemos desarrollar una actitud social para con los corruptos e inútiles que sea coherente con este asco que sentimos por todas las manifestaciones de corrupción. Si hay corrupción en la forma de coimas, malversaciones, enriquecimiento, ocultamiento, mora judicial, etc; hay también corruptos, ladrones, inútiles, etc. con nombre, apellido y domicilio. Y todos ellos debieran ser objeto de nuestro permanente desprecio. Debemos aislarlos socialmente, escaparnos de ellos como si tuvieran todas las malas pestes de la humanidad (y así es en verdad).
Desprecio y aislamiento en la vida diaria y en todo intento que hagan de querer meterse a gobernar, legislar o juzgar. No caer en las trampas de la tan perfeccionada propaganda política que suele esconder notoria corruptela con pretendidas capacidades para «hacer».
La sociedad debe desarrollar y concretar el aislamiento y el rechazo a la actividad social de los corruptos.
«… pues por igual es tenido / quien con malos se acompaña». (Martín fierro)
Además, porque por sobre ellos y sobre nosotros, está la sociedad toda, el futuro mismo y hay que saber elegir quien la construirá.
En este aniversario de EL DECAMERÓN, felicitamos a sus responsables por lo que hacen. Pero hay que saber cerrar lo que se abre con la denuncia del periodismo valiente. Es decir, traducir en hechos concretos hacia los responsables, ese asco que nos inunda cuando vamos conociendo la dimensión de la corrupción.
Para construir a partir de estas actitudes el pensamiento, la actitud positiva y válida para que el futuro sea como lo que siempre soñamos. Este es el momento, mientras rechazamos y aislamos lo malo, hay que alentar, apoyar, aplaudir todo lo bueno. También aquí nos ilustra el Martín Fierro:
«… la ocasión es como el fierro, / se ha de machacar caliente»
Publicada en EL DECAMERÓN – Año 2 – Número 28 – 29 de Octubre de 1996
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