trampa caza bobos

Con rasgos nazis o stalinistas o con originalidad insospechable, los hermanos Rodríguez Saá cumplen el proyecto de acumulación de poder y riqueza. La base es su gobierno, notoriamente superior a los anteriores, aunque a poco que se analice la obra, se encuentren aspectos criticables en la calidad o en el uso que se le de. La obra está y le cambió la cara a San Luis de manera sustancial. Al punto de convertirse en polo de atracción de inversiones y de población y despertar algunas envidias en otros gobiernos provinciales.

Mas, el fin no justifica los medios. Marco ético elemental para toda acción política. Tras esa obra de gobierno, los hermanos configuraron un poder que dominó primero su partido y sucesivamente al Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Todo hecho inescrupulosamente.

El poder acumulado se ostenta también en un modo de vida fastuoso que hiere la sensibilidad. Fácil es conocer el anterior patrimonio de la familia y sus allegados, mas resulta difícil obtener una explicación de cómo lograron la riqueza que detentan. Aquellos que hicieron denuncias no han mostrado demasiado interés en seguirlas. Los jueces que las recibieron, fieles a sus amos, no han hecho nada por investigar.

El caso es que tras casi cuatro períodos de poder absoluto, parece ser que Adolfo necesita un descanso. Descanso que no debe permitir que le pase lo que a Angeloz en Córdoba. Aquí hay mucho más que descubrir.

Por eso aparece una jugada destinada a convertirse en uno de los salvavidas que se le han de ofrecer al adolfismo en caso de retiro. Alberto, que se había alejado de la política, aparece empujando un nuevo partido, el PUL. Nadie puede negar este origen al ver cómo se mueve el aparato periodístico oficialista: El Diario de la República, La Opinión y la corte de periodistas repetidores de boletines y versiones oficiales.

El PUL sería una fuerza nueva, con gente proveniente de todo el espectro provincial. Parece ser también que será un crítico de la acción de gobierno.

Críticas que caen por ahora sobre acciones difusas, sobre algunos funcionarios, intendentes, jueces. Como si fuéramos a creer que esos criticados han hecho o hacen por decisión propia y ajena a los dueños del poder provincial. Como si ellos hubieran aparecido caídos del cielo en los cargos y no como fruto de un rompecabezas diseñado, jugado y resuelto por los Rodríguez Saá.

El aparato adolfo-albertista es muy poderoso y de largo alcance; muchos se engañan creyendo en la buena voluntad de este PUL, sin ver qué hay y quiénes están detrás. Muchos otros participan con plena conciencia de que allí hay una nueva fuente de cargos bien remunerados.

La actual situación provincial en lo bueno y en lo malo, es consecuencia del proyecto político familiar adolfo-albertista, con 14 años de gobierno a su antojo con desprecio de las estructuras democráticas y todo. La desintegración del sistema y la mala calidad educativa, la desaparición de la política cultural, la mala calidad de la obra pública, la ineficiencia policial, la desaparición del Banco Provincia, los negocios acallados; entre tantas otras cosas que se pueden señalar, son la consecuencia lógica de ese proyecto.

¿Quién puede creer que el PUL empujado por Alberto y su círculo, integrado por funcionarios actuales del gobierno, habrá de investigar a fondo todo lo hecho; o que habrá de ser mejor que el PJ llevado por los mismos hermanos Rodríguez Saá a olvidarse de su base ideológica y de su cuna popular?

Duelen estas maniobras políticas ejecutadas con tanto poder, con tanto dinero. Duele ver cómo San Luis es manipulado en maniobras que marcan total desprecio a la inteligencia del pueblo. El PUL no es más que una trampa cazabobos para ofrecer una salida más (temporal o definitiva) al cansado Adolfo, con la seguridad de que nada de atrás se tocará de manera riesgosa para los dueños del poder.

El PUL es lo mismo de siempre, el mismo juego de poder familiar, sólo que en este caso van a cambiar algunas de las troneras a donde pararán los beneficio$ que $aben con$eguir.

Publicada en EL DECAMERÓN – Año 3 – Número 45 – 14 de Febrero de 1998