NO IMPORTA… YA VIENE SUPERMAN

En EL DECAMERÓN pasado vimos algo del significado que tiene esta extendida oficialización del juego como medio de engañar al pueblo con la tentación de una «salvación» basada no en el ahorro ni en el trabajo, sino en el puro azar.

Esta ideología del juego tiene otra ideología complementaria en la misión de entretener y engañar a los pueblos.

Veamos de qué estamos hablando.

Nuestros niños y jóvenes pasan -lamentablemente- buena cantidad de horas frente a la TV. De una TV que complementa su vasta programación diaria con un gran aporte de películas, series y dibujos animados extranjeros y que por lo tanto responden a lo que las grandes potencias económicas necesitan en materia cultural que nosotros seamos. Así, la TV es un importante medio para influir en nuestras vidas y pensamientos y de ese modo volvernos más dóciles.

En este largo tiempo que nuestras jóvenes generaciones (y las otras también) pasan frente a la TV, prevalecen personajes poseedores de los más variados poderes especiales de orígenes entre tontos y exóticos. Hay superhéroes humanos, extraterrestres, dibujos, robots y animales. Todos ellos con el rasgo común de pelear contra la forma del mal que se cruce por este agitado mundo y sus alrededores. La humanidad atacada por males o malvados no necesita nada más que convocar al superhéroe de turno para que los salve.

Otra forma de salvadores especiales la dan los muchos casos de ángeles o algún tipo de enviado especial «de arriba» (con poca o ninguna mención de Dios) que bajan a esta realidad nuestra para darnos una mano ante nuestra incapacidad de resolver nuestras cuestiones.

Esta invasión de superhéroes y afines tiene un mensaje tan claro como malo: No importa cuál es el problema que nos acucie, siempre vendrá alguien especial, poderoso, irreal que nos salve mientras nosotros vemos TV.

La unión de las ideologías de la timba y del superhéroe, lleva a pensar que los problemas que nos acucian no habrán de ser solucionados por nosotros con nuestro trabajo, nuestro ahorro, nuestra responsabilidad organizada; sino por personajes providenciales con poderes fuera de lo humano.

La ideología de la timba nos hace olvidar del ahorro y del trabajo. La ideología del superhéroe nos hace olvidar de nuestra capacidad creativa y organizativa para superar solidariamente nuestros problemas.

Según este mensaje que nos dan, la desocupación, la deuda externa, la mortalidad infantil, el hambre, el déficit en salud y en educación, etc., etc.; no deben esperar que todos nos ocupen activa y críticamente de ellos. Debemos buscar un superhéroe -en este caso político- que por sí solo lo arregle todo. O nos haga creer que lo está haciendo. Lo importante para esta ideología es que nos sentemos a esperar, que apoyemos al salvador providencial, le demos un poco más de poderes mientras miramos TV y timbeamos.

Ejemplos extremos de esta ideología fueron Hitler y Stalin, casos graves y dolorosos para la humanidad. Los hay también de menor categoría, sobre todo dentro de esta tela cotidiana y actual que vamos cortando. Hoy, muchos políticos se presentan como los únicos capaces de resolverlo todo. Para lo cual reclaman y obtienen muchas veces superpoderes para guiar a sus pueblos hacia sus destinos rara vez alcanzados, pero si declamados a diario. (Póngale Ud. el nombre que quiera, estimado lector).

Los superpoderes de estos personajes van por el lado de la interpretación antojadiza de las leyes, por las roscas partidarias, por el mal uso de las instituciones democráticas y republicanass, por la publicidad apabullante, por la adhesión de los poderosos de la economía, etc.

Que quede claro: No hay héroes providenciales, no hay super políticos que vayan a solucionarlo todo graciosa, generosa y mágicamente.

Lo único que nos dará la fuerza necesaria para concretar nuestros mejores sueños como sociedad, como país es el trabajo esforzado, sereno, permanente, responsable y coherente con nuestras creencias.

Y éste es el mensaje del que debemos ocuparnos al educar y educarnos. Mensaje a transmitir en la educación, en la cultura, en los medios. En la casa, la escuela, la calle. En fin, a través del buen ejemplo. Ese mismo que parece estar un tanto relegado.

Nos hace falta y mucho la educación en la cultura del trabajo, en un marco ético. Nos hace falta la actividad creadora en cada cosa que hagamos. Nada está totalmente hecho ni resuelto. Nada se soluciona mágicamente. Todo se puede y se debe hacer, crear, mejorar con la responsabilidad y las capacidades de que estamos dotados individual y socialmente.

Chau entonces, con súper héroes y timba generalizada. Cuando nos vengan con mensajes falsos como ideologías de vida; recordemos a esa síntesis de nacionalidad que en nuestro hermano Martín Fierro:

            Más Dios ha de permitir /      que esto llegue a mejorar/             Pero se ha de recordar /             para hacer bien el trabajo/            que el fuego pa’ calentar /             debe ir siempre por debajo.

Publicada en EL DECAMERÓN – Año 2 – Número 27-SanLuis, octubre 7 de 1996