DE REPÚBLICA Y DEMOCRACIA

Las reacciones surgidas tras la ratificación, por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, de la condena a la ex presidenta Cristina Elisabet Fernández y otros en el “caso vialidad”, obligan a precisar conceptos que se están usando, a mi juicio, de modo equivocado ya sea por desconocimiento o por intencionalidad. Seguramente a causas de nuestra floja educación o de la baja calidad de nuestra política.

Centralidad institucional

El Artículo 1° de nuestra Constitución Nacional expresa: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, según la establece la presente Constitución.”

Artículo fundante de nuestra vida como nación, que nos señala claramente lo que debemos conocer, amar y defender.

Argentina es una república.

República es una forma de organizar una nación, que, con antecedentes griegos, surge en el s.XVII, desde el liberalismo de John Locke, ampliado después por Montesquieu y otros.  Básicamente es el reconocimiento de la libertad individual, la igualdad ante la ley, la propiedad privada, el gobierno limitado. Esto último, buscando superar las monarquías absolutas y se traduce, básicamente, en instaurar tres poderes independientes, complementarios y con mutuos controles: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Como será de fuerte, importante y efectiva esta división de poderes que hoy hasta las monarquías absolutas y las peores dictaduras, crean simulacros de división de poderes obedientes de las órdenes de un ejecutivo dictatorial.

Democracia no es palabra usada en el texto constitucional, pero sí está incluida en varios de los tratados internacionales firmados por Argentina y que están incorporados a la constitución sancionada en 1994.

Se trata de lo que llamamos democracia liberal, adoptada por la gran mayoría de países y se asienta en la libertad individual; la igualdad ante la ley; con derechos a elegir y ser elegido en elecciones transparentes, libres, imparciales, auditables sin cortapisas; abierta al análisis crítico y propositivo de la ciudadanía. Todo, sin más límites que sus intereses y capacidades; sin violencia.

Esta sumatoria de república con democracia liberal, no es perfecta. Nada humano lo es. Pero está reconocida como la mejor forma de gobierno lograda hasta ahora por la humanidad. República es la forma organizativa de la Nación Argentina. La democracia liberal es el camino.

Esa unidad es la que nos rige y que debemos conocer, respetar, profundizar, defender. Advierto que no está siendo suficientemente bien enseñada a nuestras jóvenes generaciones.

La otra democracia

En contraparte, surgió en el siglo XX la idea de democracia radicalizada. Propuesta por Ernesto Laclau, filósofo argentino ya fallecido y su esposa Chantal Moffe, definidos ambos como post marxistas. Esa idea de democracia radicalizada los ha llevado a rechazar lo que llaman república burguesa  y la democracia liberal. Ideas con las que crean el populismo.

Desde este populismo aplauden a los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Morales en Bolivia y de los hermanos Castro en Cuba. Laclau sostuvo también, que cuando surgen líderes como los nombrados, no deben existir limitaciones temporales ni de poder a sus gobiernos.

El sostén y aplauso populista a estos gobiernos dictatoriales y represores, me exime de mayores precisiones de la democracia radicalizada, propia de los totalitarismos ejercidos con violencia, fraudes, persecuciones, proscripciones, violación de derechos, el enriquecimiento dirigencial.

Nada que ver con nuestra organización nacional, que también peligra, por cierto, con el anarco capitalismo del presidente Milei.

Aquí y ahora

Cristina Fernández señaló a Laclau como su filósofo de cabecera, adhesión que se muestra claramente en su admiración y aplauso a los gobiernos que cité. Expresó su populismo en una síntesis categórica en un acto del Día de La Bandera en Rosario diciendo: VAMOS POR TODO. Que no es sino querer dominar o controlar al legislativo y a la justicia, característica inescindible del populismo allí donde esté. Cristina Fernández necesita de ese todo, porque su presidencia potenció lo que mostraron en Santa Cruz con su esposo Néstor Kirchner: el afán por enriquecerse desde las estructuras del gobierno. El vamos por todo, era el camino a la impunidad.

De a poco estos gobiernos kirchneristas comenzaron a ser denunciados por distintos delitos. La denuncia por administración fraudulenta contra Cristina E. Fernández y otros, que el martes pasado tuvo sentencia definitiva a nivel nacional, fue iniciada por Elisa “Lilita” Carrió en el 2008 y abarca los gobiernos de ese matrimonio entre 2003 y 2015. Las investigaciones de Jorge Lanata y equipo aportaron más pruebas.

Hay otras denuncias que transitan lentamente por la justicia.

Todas ellas deben ser investigadas hasta llegar a las instancias judiciales que correspondan. Si son muchas las denuncias, serán muchas las investigaciones. Muchas investigaciones no son persecución. Es búsqueda de verdad y justicia.

Cabe ahora, recordar que tanto Cristina Fernández como Néstor Kirchner, fueron convencionales constituyentes en 1994 con destacada participación en ella. Ambos juraron cumplirla como constituyentes y también como presidentes. Siempre, todo dentro de nuestra república con democracia.

Volviendo a este “caso vialidad” cabe destacar que en ningún momento su defensa objetó las leyes en juego, ni la integración de los tribunales.

La justicia necesita y exige pruebas y testimonios, de la acusación y de la defensa. Las primeras fueron muchas y de peso. Las de la defensa fueron calificadas por observadores, juristas y jueces, como escasas, irrelevantes, no pertinentes. Más bien discursivas. Nunca la defensa pudo refutar, destruir pruebas y testimonios de fiscalía.

Ante tanta evidencia, eludieron referirse a los hechos.  Pero … los contratos de obra se pagaron en su totalidad, las obras no fueron terminadas. Delito probado, no hay persecución. La inhabilitación no es proscripción vengativa, es lo que marca la ley para estos delitos comprobados.

Se cumplieron las tres instancias judiciales que corresponden, con más de una docena de jueces intervinientes. Las disidencias expresadas en las dos primeras instancias, fueron de jueces que pidieron más años de condena que los finalmente dados.

Insisto, todo de acuerdo al marco republicano y democrático con el que llegó a ser legisladora provincial y nacional, presidenta y vice presidenta de la nación. Instancias todas, en las que nunca repudió ese sistema, ni propuso cambiarlo. Al asumir sus distintas responsabilidades institucionales, juró siempre cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes. No lo hizo. Fue denunciada, investigada, juzgada y condenada. En igualdad de derechos y deberes como a cualquier ciudadano argentino. Así es en nuestra vida republicana.

Seguramente en sus ensoñaciones de líder nacional, popular y hasta latinoamericana, aspiró a una justicia como la cubana, venezolana o nicaragüense. No pudo, afortunadamente, construir un país como los nombrados, con todo mi respeto, cariño y solidaridad para con sus respectivos pueblos.

Las instituciones republicanas han hecho lo que deben, con plenas garantías constitucionales y legales. falta de argumentos que lo nieguen, surgen los agravios, las consignas equivocadas, la violencia. Los agravios son cabal muestra de carencia de argumentos. Y fueron dignamente ignorados por quienes los recibieron.

Dicen defender la democracia, no la de nuestra república. Más bien quieren destruirla para imponer la radicalizada populista. No hablan de república, porque no la quieren, aspiran al totalitarismo.

Todo, impulsado por quienes buscan zafar de sus delitos.

Vuelvo al inicio. Mucha culpa la tienen también la política y los gobiernos que permitieron la lenta, prolongada y lamentable decadencia de nuestra educación.

San Luis. Junio 12 de 2025

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