En una Patria en la que hay tantos problemas por resolver, el diálogo no debiera ser una ocasional primicia periodística, sino una permanente forma de funcionamiento de las instituciones republicanas de nuestra democracia. Mucho más aún, cuando las mayorías políticas son en Argentina tan ocasionales y efímeras.
Quienes ocupan cargos en la conducción de la Nación, de las Provincias o de los Municipios deben tener clara conciencia de que un triunfo electoral no los convierte en los dueños de las instituciones; sino que siendo sus ocasionales responsables, deben cumplir con el mandato que han recibido del pueblo y ese mandato implica el atender a la dinámica social, a sus cambios y a los reclamos que originan. De donde surge la imperiosa necesidad de permanentes canales institucionales para el diálogo político – económico – social – cultural, etc.
Bienvenido sea el diálogo como base del cambio de rumbo.. Hacemos votos para su continuidad y para que en ese diálogo se exprese la vocación para atender y entender lo que el otro expresa; para que tenga la capacidad de transformarse en las acciones y las políticas necesarias para alcanzar el Bien Común.
Habiendo tan poca experiencia en esto del diálogo, cuando es convocado aparecen muchos temas por plantear e ideas por desarrollar. Con la esperanza que de aquí en más será una constante de la política argentina, veamos por ahora de seleccionar algunos temas e ideas que nos parecen como más urgentes.
Deuda en Humanismo: Tras 25 años de vigencia, esta democracia actual mantiene una fuerte deuda en humanidad para con el pueblo argentino. No podemos dejar de ver con dolor y hasta con impotencia la emergencia alimentaria nacional, las carencias de la educación y la salud públicas, el incumplimiento de las obligaciones constitucionales para con los jubilados, la incapacidad para generar empleo, los bruscos cambios en las políticas económicas y de la producción, la permanente agresión al medio ambiente, la pérdida de soberanía en sectores claves de la vida nacional, etc. A nuestro juicio son todos problemas humanos, porque la persona humana es la dimensión de todas las cosas; y todo aquello que la rodee o afecte son cuestiones que deben analizarse y resolverse desde una perspectiva humanista, no economicista.
Y en esto hay una tremenda deuda en la que no avizoramos acciones coherentes y permanentes que la solucionen. Lo que exige la verdadera tarea de planificación y ejecución de políticas de estado en el corto, mediano y largo plazo; de lo que no tenemos costumbre en nuestra Patria. Desarrollarlas y ponerlas en acción constituyen el verdadero desafío, el tremendo compromiso de la política actual con miras a marcar en el Bicentenario, pautas de vida tan fundamentales como las que fijaron los Padres de la Patria en su momento.
Educación y salud: Son las columnas claves en la construcción de la vida de las naciones, por eso un párrafo especial para ellas. Si bien son ambas temáticas de responsabilidad de las provincias se imponen políticas nacionales que permitan superar el gran desequilibrio existente entre las posibilidades de cada provincia. Es consensuar políticas que garanticen una mayor igualdad en la creciente mejora de la calidad, eficacia y eficiencia de estos servicios.
Es acá en donde se juega toda nuestra capacidad nacional de planificar y ejecutar políticas de estado. Hasta ahora no lo hemos hecho, esta instancia de diálogo nacional debiera ser la oportunidad para comenzar a recorrer ese camino.
Reforma Política: Nuestro sistema político-electoral necesita reformas que corrijan errores, que lo aseguren de los cambios impuestos por mayorías circunstanciales conforme sus necesidades coyunturales y que lleven a las legislaturas una más correcta representación del pensamiento político nacional.
Siempre se pueden hacer reformas y mejoras, pero no podemos privilegiarlas por encima de las más importantes y urgentes necesidades nacionales. No cabe entonces una actitud autista de encerrarnos en resolver cuestiones político- partidarias que surgen de la frecuente falta de ética en la práctica política. No nos resulta de prioridad destacada analizar una reforma política, pero sí nos parece que se pueden dar pasos en una solución institucional nacional.
Por un lado hay que fortalecer la división e independencia de los poderes y siendo el Judicial el más afectado por intromisiones extrañas, entendemos que el Consejo de la Magistratura debe estar integrado con una mínima representación política de los poderes Ejecutivo y Legislativo, del mismo modo que éstos tienen una escasa injerencia del Judicial en sus tareas.
Por otra parte es evidente la tremenda ingerencia que el poder político tiene en el sistema electoral, de ahí que resulta fundamental para avanzar en la transparencia de la actividad política la creación de un organismo independiente del Ejecutivo y del Legislativo que sea el responsable de todo lo concerniente a padrones, elecciones y actividad partidaria. Su organización y funcionamiento inicial debiera estar a cargo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Seguridad jurídica: Así como la deuda en humanismo es muy alta, también es importante el desapego por respetar el marco legal, incluso por parte de los mismos que lo propiciaron y aprobaron con anterioridad. Esta inseguridad en saber hasta cuándo puede regir una ley, cuándo se la aplica mediante una interpretación antojadiza o una violación, cuando y cómo se la modifica; afecta en mucho la vida nacional. El peso que la inseguridad jurídica, así como manipulación de la información y la soberbia del poder, tienen un alto costo en nuestra calidad institucional y en nuestras posibilidades de desarrollarnos.
Si se aspira a dar una muestra de querer mejorar la calidad institucional es fundamental que exista una actitud vital de respetar nuestra legislación. A toda ella. Lo que significa también el respeto a la dinámica de nuestras instituciones republicanas. A tener siempre por encima la Nación, antes que los intereses de sectores políticos o lo que es peor de intereses económicos que promueven o se valen del irrespeto a la ley para satisfacer sus apetitos económicos.
Se ha convocado al diálogo. Que no sea un diálogo político. Rescatemos el concepto de Diálogo Argentino para que podamos avanzar solidaria y responsablemente en resolver la totalidad de tantas cuestiones de tal gravedad cuya existencia misma debiera avergonzarnos.
Que el diálogo sea permanente, que no sea usado con fines espurios, que se expongan con claridad, energía y respeto las distintas ideas y propuestas y que nos sirva para madurar y para crecer.
Que nadie se crea dueño ni de la verdad, ni de las instituciones ni del mismo diálogo. Nuestra única verdad es la construcción del Bien Común y la plena realización de la dignidad de nuestra patria y de cada uno de sus habitantes.