El Cardenal Jorge Mario Bergoglio fue ungido como el Papa FRANCISCO, en momentos en que se clama por un nuevo “aggiornamiento” dela Iglesia, como aquel que supo iniciar Juan XXIII al convocar al Concilio Vaticano II.
Un aggiornamiento que no pasa por rendirse a los reclamos de un mundo secularizado, en el que el pragmatismo le viene ganando a las ideas y a los valores.
Un aggiornamiento exige nuevas y categóricas respuestas evangélicas que sean puestas en práctica, vividas intensamente por la feligresía, hasta cambiar esta dura realidad del mundo actual.
Por eso recuerdo ahora partes del párrafo 43 de «GAUDIUM ET SPES» (Gozos y Esperanzas); Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual * Concilio Vaticano II – 1965
“43 – … El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aquí ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuenta que la propia fe es un motivo que les obliga al más perfecto cumplimiento de todas ellas según la vocación personal de cada uno. Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente aciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales. El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los más graves errores de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas reprendían con vehemencia semejante escándalo. Y en el Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él.
… El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación. …”
Destaco e insisto en el concepto del pecado del divorcio entre Fe y Vida, tan común entre nosotros, tan dedicados al culto formal para luego olvidarnos de los fundamentos de nuestra Fe y caer en el egoísmo, la corrupción, el culto a la riqueza, al poder, a la muerte, a la destrucción de nuestros hermanos.
La coherencia entre Fe y Vida nos habrá de permitir avanzar en la construcción de la Civilización del amor, que sólo llegará cuando practiquemos aquello de “… un último mandamiento os doy: Amaos los unos a los otros como yo os he amado”
Un Papa que elige como nombre el de FRANCISCO, por el Pobrecillo de Asís; podrá llevarnos de seguro por el camino del amor, de la modestia, de la fraternidad, del coraje. Si la guía es la de San Francisco de Asís habrá una Iglesia más humilde, menos ostentosa, menos amiga del poder y más cercana a los pobres, a los excluidos. Y no sólo para consolarlos, sino fundamentalmente, para que puedan realizarse plenamente en toda su magnífica dignidad humana.
Me siento invadido por la más grande de las esperanzas de mi vida.
Sé que FRANCISCO nos llevará a esa coherencia entre Fe y Vida que tanto nos falta.
Sé que será un acabado ejemplo del amor como base de una civilización nueva y por fin, humana y humanizante.
SAN LUIS. Marzo 13 de 2013