Conciencia para la unidad

“A mayores niveles de conciencia,corresponden mayores niveles   de unidad”. (Theillard de Chardin)Esto viene a cuento a raíz de la realidad  provincial, dominada hasta el paroxismo  por un proyecto político, que tras una máscara democrática cada vez más tenue, esconde un sórdido objetivo de acumulación de poder y de riqueza para una familia con pretensiones de prócer. 

Proyecto  que para gobernar se apoyó en la ecuación obra pública = votos. Manejándola al punto que se la tome como justificación de cualquier cosa que ocurra o que se proponga.   Dejando de lado cualquier otra consideración que haga recordar que  todo, todo, todo, lo hace con una inclaudicable vocación totalitaria y corrupta.

Claro está que de a la obra pública, se le va conociendo toda la saga de corrupción que la sostiene y las gruesas fallas que presenta en planificación, ejecución y mantenimiento. Con lo que  se va cayendo esta cara vendedora de ilusiones. Un ejemplo paradigmático de la obra pública de este gobierno, es el  escándalo que rodea  la obra  del Dique Nogolí.

Hoy, pocos recuerdan que en el inicio del adolfo-albertismo está el haber sacado por la fuerza policial a diputados opositores del mismo recinto de la vieja Cámara de Diputados. Ahí comenzó a la vista de todos, el pisoteo de las instituciones y con ella la justificación legal de la acumulación de poder y de la transformación de las leyes y de la misma Constitución para ponerlas  al servicio de la ambición desbocada.

Ese triste episodio de nuestra vida democrática provincial, está olvidado(¿?) por la prensa que en estos días quiere explicar el fenómeno electoral de Rodríguez Saá. Como se olvida el triste papel que en ese momento le cupo a los Dres. Alfonsín y Tróccoli (a la sazón Presidente de la Nación y Ministro de Interior, respectivamente), quienes enmarañados en su falta de visión y de poder, lo dejaron pasar.

Este adolfo – albertismo, se sostiene también en el dominio  o control de  los medios de comunicación social y en el reclutamiento de comunicadores.  ¿ Hace falta que recordemos todos los intentos de censura y las agresiones, amenazas y la asfixia económica  recibidas por medios y por  periodistas opositores o independientes?

Este proyecto ya no es sólo peligroso para la provincia, en donde nuestros jóvenes están creciendo y educándose en la creencia de  que ésto que nos ofrece el adolfo – albertismo es la democracia.  Hoy este proyecto es peligroso porque quiere trasladarse al nivel nacional y lo está haciendo de modo sostenido y creciente. Porque sabe mentir más que nadie, porque tiene dinero y capacidad de comprar y vender lo que sea.

El adolfo – albertismo es puro totalitarismo y  se viene construyendo lenta pero inexorablemente al más puro estilo fascista. Incluyendo el adoctrinamiento, la violencia social y política, la interpretación antojadiza o la violación lisa y llana de leyes y de la Constitución, la destrucción de las instituciones, etc.

Ante un peligro así, es hora de que quienes constituimos la oposición democrática sanluiseña reveamos todo lo hecho y de una buena vez demos muestras de haber aprendido la lección y trabajemos por recuperar la democracia en la provincia y evitar que este modelo llegue a la Nación, porque no será nada bueno para nuestra Patria Argentina.

Si por  acción u omisión el espectro político opositor ha permitido estos años de ignominia, debemos adquirir la suficiente  conciencia como para alcanzar la unidad que se necesita para recuperar nuestra dignidad provincial y para evitar que el adolfo – albertismo llegue a dañar el país.

Es hora de corregir el rotundo fracaso de todos los intentos electorales por derrotar a este proyecto adolfo – albertista. Si nada se logró es porque se erró muy feo en lo que se hizo:  a las apuradas, con soberbia dirigencial, con negociaciones ocultas, con más ambición que solidaridad. Queriendo ganarle al poder, en su mismo juego y con sus mismas mañas.

Hoy, cuando buena parte del pueblo argentino está diciendo: que se vayan todos los responsables de la destrucción de la Patria, puede ser una buena ocasión para una nueva unidad que busque recuperar la dignidad de la provincia, de sus instituciones y de su pueblo. Recuperar la dignidad, porque ni el pretendido bienestar material ( aún cuando fuera cierto, y no lo es),  puede ocultar la vergüenza que significa que en nuestra provincia se haya gestado un proyecto político como ésteque nos agobia a los puntanos y amenaza al país.

¿ Cómo empezar una unidad política cuando ya se hicieron tantas experiencias fallidas?

Con el diálogo sencillo y modesto, esto es sin dirigentes subidos al monumento.

Con trabajo solidario, con confianza recíproca para cumplir los objetivos. Acordando lo que se puede acordar y dejando el resto para el ejercicio responsable y respetuoso de la diversidad de ideas.

En ese línea, a partir  de noviembre de 2001 y desde la Democracia Cristiana de San Luis, venimos diciendo que debemos acordar mínima y necesariamente tener candidatos de unidad  para los cargos ejecutivos provinciales y municipales. Respetando las candidaturas nacionales que cada partido tenga. Si se puede llegar  a un acuerdo en candidaturas legislativas, mejor.

Estamos hablando de una unidad original, posible dentro de la actual legislación electoral, semejante a una  concertación.

Es probable que muchos opositores estén hoy preocupados por el previsible arrastre que tendrá (de concretarse) la candidatura presidencial de Adolfo Rodríguez Saá. Lo que permitiría que lo más corrupto de sus seguidores pueda concretar sus aspiraciones de con no menos del 90% de los votos, usando los métodos que sean. Por ahora está dedicado a comprar dirigentes sin convicciones o con necesidades insatisfechas.

Por una cuestión de dignidad personal y provincial; por una cuestión de responsabilidad para con nuestro pueblo y para con la historia misma, se nos impone que trabajemos en una unidad efectiva y distinta a lo ya conocido para enfrentar este especial momento de nuestra vida institucional.

La convocatoria está hecha. Cada cosa que ocurre nos la reitera. Será el grado de conciencia que todos tengamos  acerca de nuestra realidad político-democrática, la que nos dará la unidad necesaria para enfrentarla y resolverla.

Setiembre 2..002