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OTRA POLÍTICA, MENOS GRIETA

Sigo con la grieta, porque más allá de la moda, expresa una triste realidad. La de la división, usualmente dura, entre argentinos.

División que imperiosamente necesitamos resolver dando lugar a un pensamiento humanista que nos permita transmitir a las jóvenes generaciones la seguridad de un futuro distinto.

Futuro no concebido como abundancia de bienes materiales, sino como estado de plenitud de todas y cada una de las personas.  Futuro no regalado, sino fruto de la tarea conjunta que nos debemos desde hace décadas. Futuro que no sea cháchara demagógica, sino realidad desde el compromiso de vida, de trabajo, de amor al prójimo.

Al decir esto, recuerdo lo dicho en otras notas. La moral colectiva y la ética personal se nos han ido diluyendo, postergados, aplastados por esta loca tendencia de acumular poder y riqueza a como sea, con tal que venga. El tener (materia) ha relegado al ser (espíritu). El humanismo del que hablo, es el humanismo integral, que contemple necesidades, capacidades, potencias de toda la persona, en todas las personas.

Origen

Se me hace inoportuno intentar precisar el origen de esta división nuestra. Sabemos que viene de lejos. Es más conducente encontrar responsabilidades. Las que creo están centradas en la forma de practicar la política, indudablemente influenciada por ideologías adoptadas sin adaptarlas y por la adhesión a tal o cual poder hegemónico internacional.

Nuestra política, demasiado centrada en acumular poder y riqueza en unos pocos, lleva implícita la discriminación y postergación de la mayoría. Lo que nos ha llevado a esta dura realidad en educación, economía, salud, trabajo, alimentación, etc. Estas carencias por persistentes, se convierten en sufrimiento para personas, familias, sectores sociales.  Por esta razón hemos tenido y sufrido explosiones de violencia, ora empujadas por viles intereses, ora de una espontaneidad que explica la desazón de muchos. La empujada puede conocerse, controlarse y castigarse; la espontánea no y puede llegar a ser la más dolorosa y peligrosa.

Lamentablemente nadie puede asegurar que ambas formas estén ausentes en el futuro. Cada tanto tenemos noticias de los nostálgicos de la violencia como forma de ejercer la política.

Es violencia el agraviar, silenciar, agredir o buscar la aniquilación del que piensa distinto. También lo es el ignorar, violar el marco constitucional – legal que nos rige, con cualquier excusa, aprovechando cualquier situación coyuntural. Lo que ha terminado por parecer deseable o necesario a gran parte de la ciudadanía argentina.

Tanto, que vemos temor a denunciar o a rebelarse ante estas frecuentes y múltiples violaciones a las instituciones republicanas y a la vida en democracia, tanto de parte de muchos medios de comunicación social, como de los docentes que deben transmitir esos valores a las jóvenes generaciones.

No es necesario abundar en este tema, porque sería sólo agregar muchos adjetivos y temores más.

Es difícil dimensionarlas, pero grieta y violencia están y se parecen demasiado a un iceberg, muestran mucho menos de lo que ocultan.

Es la política…

Si la política es responsable de esta realidad nuestra, debemos necesariamente reformarla. La otra alternativa es ignorarla a través de gobiernos totalitarios. Pero ya tenemos malas y dolorosas experiencias al respecto.  Nuestra forma de vivir la política, ha terminado por prostituirla. Hay excepciones, sí, pero una golondrina no hace verano.  Es necesario un cambio profundo, desde la acción de todos los que tomen conciencia. No se puede seguir así.  Si queremos resultados distintos, no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre.

Es aquí, en la política, en donde debemos poner nuestra atención, dedicación y trabajo insistente. El sistema actual, está orientado a mantenerse y sostenerse. Aunque haya cambios de nombres y colores, la base es la misma: favorecer a los grandes partidos o frentes, dificultar la existencia de otras expresiones; clientelismo electoral, financiamiento estatal, la política como profesión o modus vivendi auto fijándose altas remuneraciones, permanencia, impunidad, poca idoneidad, determinación de calendario electoral a conveniencia del poder, irrespeto a la división de poderes, violación de leyes y hasta de las constituciones, etc. Estas mañas están casi institucionalizadas, para sostenerlas y acrecentarlas se postergan o bastardean la educación, la salud, el trabajo.

Tal pareciera que la actividad del pueblo argentino está destinada a sostener este sistema nocivo. Y como entre bomberos no se pisa la manguera, más allá de la fanfarria verbal, unos y otros de los beneficiarios cuidan que no haya cambios.

Lo necesario

Es mucho y variado lo que se necesita. De a poco habrá que enumerar y precisar.

Quizás todo deba comenzar en asumir la realidad, sin ambages, sin menospreciar a la misma política; solo identificando y definiendo actores y acciones.

No cabe renunciar a la política, sino rehabilitada, es decir, reconocer su valía, su importancia, asumirla, participar.  Lo que no implica obligación de militancia partidaria. Participar es estar al tanto de lo que ocurre, saber, aportar, criticar, transmitir. No ser indiferentes y dejar campo orégano a los “pícaros”.  La Doctrina Social Cristiana nos dice que la política es la máxima expresión de la caridad. Porque es la que debe garantizar el Bien Común y plena dignidad de personas y sociedad. El que muchos cristianos no respeten este principio no desmerece la doctrina, sino que aumenta las dificultades.

Hay quienes sostienen que la política es el arte de lo posible, me parece que es una definición de resignación, falta de convicciones. Creo que es mejor decir que la política es la actividad responsable de hacer posible lo necesario.

Estos conceptos, no deben quedar en el terreno de lo verbal, lo teórico, estamos obligados a ponerlos en práctica, transmitirlos, enriquecerlos con el ejemplo de una vida digna al servicio de la política, como un acto de amor, como un servicio al prójimo.

Para resaltar estas ideas, recuerdo un texto que se le atribuye a Bertold Brecht, quien nos dice:

El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas.

El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

No por difícil que sea cambiar la concepción y la práctica de la política, cabe asustarnos y quedarnos de brazos cruzados. Ya tenemos bastante visto y sufrido de cómo nos va con la actual y vieja forma de practicarla. Debemos ir encontrándonos los que pensamos parecido, fortalecer las coincidencias y comenzar a construir lo nuevo.

Prometo volver con este tema.

SAN LUIS. Mayo 15 de 2020

DE CÓMO SUPERAR LA GRIETA

Estamos inmersos una situación que se pasa de crisis, porque éstas suelen presentarse como fuertes sacudones en las estructuras socio-económicas, con inestabilidad y sufrimientos, pero con intencionalidad de superación.

Los sacudones estructurales están, pero no se advierte vocación de superación. La hay en lo declamativo, en el marco de diferencias entre fuerzas políticas, adobadas con acusaciones y duros epítetos. Esta situación nuestra de hoy, se parece más al caos o a una larga y persistente decadencia.

La llamamos” grieta”, y se advierte como de difícil superación. Es de temer que, de seguir con esta habilidad nuestra para enemistarnos y de ser inoperantes ante la pobreza que sufren millones de hermanos, surjan nuevas formas de violencia. Lo prolongado de esta situación, más la repetición periódica de estallidos económicos, han instalado acostumbramiento, indiferencia, discriminación, resignación.

Décadas así, nos impiden un crecimiento sostenido en lo económico y, más grave aún, en nuestra dignidad de personas y de nación.  Nada hemos aprendido. El primer paso en el camino de las soluciones es definir y asumir el cómo y el qué de esta realidad.

Albert Einstein supo decir: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo”.

Además, sin memoria.

¿Qué es lo mismo de siempre?

Para nuestra política el futuro son las próximas elecciones. Antes de que asuman los nuevos electos, ya se está viendo cómo ganar las próximas. Quedan sistemáticamente lejos, el futuro, las próximas generaciones.  Centrada en el corto plazo, no permite las políticas de estado a mediano y largo plazo.  Demasiadas veces ese accionar está viciado de inutilidad, discrecionalidad y corrupción. Se hace lo que se hace rápido y se vea fácilmente, casi nada en los cambios que requieren áreas tan claves como educación y salud pública, empleo, ciencia y técnica. Cabe agregar la habilidad que hemos sabido desarrollar para enfrentarnos en cualquier campo de nuestras vidas, especialmente entre gobiernos y expresiones políticas. La violencia oral y física, reemplazan al debate constructivo.

Así, alimentamos día a día la grieta, pareciendo cada vez más difícil el encontrar las juntas o los puentes que nos permitan achicar distancias y profundidades.

La política es vocación de servicio, no un modus vivendi, proveedor de riqueza, poder e impunidad. Siendo que la Persona Humana es principio, sujeto y fin de todas las cosas, la política debe ser ejercida virtuosamente, poniendo como medida de todas las acciones la dignidad de las personas y el logro del Bien Común.

Venimos viendo que, pese a ello, nuestra vida política tiene un conjunto de altisonantes frases hechas, que, ante la persistencia de nuestros problemas, no son más que jarabe de pico.

No se está encarando la problemática de fondo.

¿Cuál es esa problemática de fondo?

La pérdida paulatina y persistente de los valores morales como guía de nuestras acciones, tanto individuales como sociales. Reclamamos cuándo otros, licúan o violentan valores; pero callamos o apelamos a múltiples excusas, cuando nosotros los dejamos de lado.

Valores como amor, honestidad, justicia, responsabilidad, libertad, verdad, paz, solidaridad, generosidad tolerancia, respeto, equidad, responsabilidad, entre tantos otros, son claros, potentes, sólidos.  Con ellos se han logrado los mejores resultados de nuestra civilización.  Quienes los han demostrado en su vida, son nuestros ejemplos y guías.

Debemos buscar la mayor sumatoria integrada de valores. No deberíamos transitar nuestras vidas, mucho menos las actividades orientadas hacia el prójimo, sin un marco de ideas que sostengan y desarrollen valores morales.

Recordemos al primero de los pecados sociales que supo enunciar el Mahatma Gandhi: Política sin principios.

¿Es esto utópico? Bastante, sin lugar a dudas. Pero al decir de Galeano, para eso son las utopías, para ir siempre hacia ellas, queriendo alcanzarlas.

La disolución de los valores, lleva a minimizar la corrupción, a creerla inevitable e invencible, a practicarla.  También a no entender la importancia de la vida en democracia y el valor de las instituciones republicanas.

Esta dilución de los valores y la prevalencia de los disvalores, surge del triunfo del individualismo egoísta de algunas filosofías y hasta de creencias religiosas, hace que la política, tarde o temprano, termine en autoritarismo, inequidad, agravio a personas y pueblos, además de la corrupción ya señalada.

He aquí, la cuestión de fondo que hoy padecemos.  Es común a muchas otras naciones, pero aquí y ahora, interesa nuestra Patria.

Una nueva política

No se trata sólo de denigrar la política. Nada puede hacerse sin ella. Cada actividad humana tiene una política que la orienta y la rige. Por eso debemos eludir las políticas “pragmáticas y materialistas” que reniegan de lo humanístico, que gambetean los valores.

Se nos impone buscar una nueva política sostenida en una filosofía de vida basada en el reconocimiento, práctica, cuidado, potenciación y enseñanza de los valores.  De no advertir y asumir esto, no podremos resolver nuestros problemas y crear así, el estado de plenitud humana en nuestros hermanos.

¿Es posible?

A primera vista parece una misión rayana en lo utópico, por lo que resulta más practicable seguir apegado a las promesas rápidas y fáciles, tantas veces incumplidas, haciendo como que no se ve la corruptela y la carencia de una dirección humanista y humanizante en la vida.

Dejar de hacer lo mismo implica cambiar nuestra práctica de la política. No parches, de raíz. Hubo intentos, sin ir a fondo, ninguno con coherencia ideológica sosteniendo los valores que se necesita recuperar. Hemos tenido, tanto en democracia como en dictaduras, propuestas ideológicas de toda laya, ora ingenuas, ora fanáticas, hasta crueles. Seguimos igual.

No debemos seguir girando en esta misma y vieja calesita politiquera. Necesitamos el cambio, que por cierto debe comenzar en cada uno de nosotros, hermanados, convencidos, militantes de lo bueno y justo.

Dejar de sostener que la política es el arte de hacer lo posible; para afirmar que debe hacer posible lo necesario.

¿Cómo hacerlo?

No se trata de agotarse en la pura teoría, sino reconocer lo que es bueno para la sociedad humana y sostenerlo con coherencia y firmeza en las convicciones y persistencia en las acciones de todos y cada uno.  A la teoría unirle propuestas, acción. Pensar y obrar desde la perspectiva humanista

En criollo, debería decirse que hay que tener cojones para concretar esta justa aspiración.

Es momento de superar la grieta. No haciendo lo mismo, no con enfrentamientos, agresiones, sectarismo.

De este vuelo bajo y mezquino que criticamos se sale por el alto vuelo de una concepción ideológica humanista y humanizante, tomando a la persona en su integridad material y espiritual. Saliendo de lo pragmático y sin caer en los pretendidos paraísos materialistas.

Foro del Encuentro Argentino

Este cambio es el que proponemos desde este Foro. Lo hacemos desde el humanismo integral inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.

Lo decimos así, con claridad, porque es lo nuestro. Pero lejos estamos de querer cerrar puertas religiosas. Cambiar la política no es una cruzada religiosa, sino un imperativo social.   Respetamos toda concepción humanista que asuma estos valores para convertirlos en inspiración, fundamento y guía de la nueva política que necesitamos y estamos obligados a concretar todos, cada uno desde su visión.

Siempre desde una cultura del encuentro, hacia una civilización del amor.

No podemos ser sectarios ni timoratos en nuestras aspiraciones. Ni olvidar que muchos hemos sabido aportar a la grieta. El cambio, una vez más, empieza por cada uno.

La lucha, la pelea, si cabe, debe instalarse desde las ideas, no contra el otro. 

Los otros ¿son todos?

Por cierto, que hay muchos destructores de valores, cometiendo no pocos delitos, incluyendo el torturar y matar para imponer sus ideas. No se le niega el derecho a la redención, para lo cual deberán, sin excepciones, asumir culpas y responsabilidades, para luego pagar lo que la justicia humana determine. Así, podrán incorporarse a este camino, mientras que la sociedad deberá tener sus ojos puestos en la nuca de dirigentes y gobernantes, apoyando, vigilando.

De la grieta, no se sale reptando, entre el egoísmo, la ambición desmedida, las distintas formas de violar la vida. Se sale por arriba, por lo superior. Por la idea de un humanismo integral e integrador en el que coincidamos desde distintas vertientes del pensamiento.

Aspiramos que en este Foro nos vayamos encontrando y coincidiendo para construir lo nuevo. Afirmándonos en los más caros valores de la humanidad, las propuestas brotarán con mayor facilidad y será un menos difícil y menos largo, el cambiar lo que necesita ser cambiado.

Abrimos nuestros corazones y tendemos nuestras manos.

SAN LUIS. Abril 7 de 2020

DE LA GRIETA AL ENCUENTRO (*)

 

Años atrás se hablaba de “brechas”. Ahora,  de la “grieta”. En lo sociológico  son conceptos distintos.  Las  brechas son varias y  las vemos en un mismo plano, generacional, digital, económico, etc.   No son necesariamente insalvables.La grieta es una, más grave y  difícil de resolver. Divide toda la sociedad con una fuerte tendencia a agrandarse y profundizarse. Seguir leyendo DE LA GRIETA AL ENCUENTRO (*)

UNA PROPUESTA PARA EDUCACIÓN

En nuestra Patria se habla mucho de muchos temas. Por derecha o izquierda, con más  o menos conocimientos, con más o menos capacidad de traducir ideas en propuestas y propuestas en acciones. Entre tantas palabras, la educación debe ser la actividad que más promesas recibe y en la que menos avances se logran. Seguir leyendo UNA PROPUESTA PARA EDUCACIÓN

ES HORA DEL DIALOGO

F.O.S.C.A.

Foro Social Cristiano Argentino (www.fosc.com.ar)

 ES HORA DEL DIALOGO

Tan felices como conmovidos por lo acaecido este domingo 8 de Junio en el Vaticano con el encuentro de oración por la paz entre judíos, cristianos y musulmanes; decimos que es hora de que esos pensamientos sean realidad también entre nosotros, el pueblo argentino. Seguir leyendo ES HORA DEL DIALOGO