Sueños de El Volcán

Con el viejo hotel de los empleados de comercio, El Volcán contó durante décadas con una buena fuente de trabajo, que a su vez activaba el movimiento turístico y las actividades conexas.

En los 90’  la familia Rodríguez Saá lo alquiló y luego en el 2001, durante de la afortunadamente breve presidencia de Adolfo, lo compró. De inmediato llegaron las reformas inauguradas con bombos y platillos,  y que quedaron nomás en eso de bombos y platillos. Porque pasado el tiempo en que funcionarios y obsecuentes pasaron por sus habitaciones cumpliendo con el debido besamanos, el trabajo del hotel decayó notablemente. Mucho tuvo que ver con eso el elevado costo y  la más que vidente mala gestión administrativa, a cargo de una de las hermanas Rodríguez Sáa.

Así las cosas, despidieron a todo el personal del hotel con muchos años de antigüedad, ofreciéndoles una indemnización muy por debajo de lo que establece la ley. Por lo que hay un juicio con pocas esperanzas de definición, porque no son muchos los que se animan a juzgar a la familia gobernante. Estos empleados despedidos ilegalmente fueron reemplazados por personal del Plan de Inclusión Social, porque esto significa mano de obra barata y de fácil desprendimiento para la patronal.

Así fue como desde el 2001 el hotel volcanero fue de tumbo en tumbo. Cerrado, alquilado, cerrado. En el 2009 se anunció su conversión en el Spa Sueños de El Volcán. Pero el sueño duró poco y terminó sumándose a la pesadilla antes descripta.

Hoy, el hotel está cerrado, desperdiciada su capacidad, sin ofrecer empleo, sin atender ni movilizar al turismo.

Es así como tenemos esta sumatoria de desaguisados:

* Los Rodríguez Saá como Gobierno promueven la inversión en  turismo en la provincia, pero como empresarios son incapaces de gestionar eficazmente un hotel.

* Los Rodríguez Saá como Gobierno suelen  solicitar con urgencia  casas y habitaciones para alojar la gran demanda turística, pero como familia  mantienen cerrado su hotel

*  El Gobernador se proclama el Gobernador de los Pobres, pero despide de una de sus empresas a todo el personal sin pagar las indemnizaciones que marca la ley.

* Hacen gala de un presunto bajo desempleo, pero en El Volcán lo incrementaron notablemente.

No hay credibilidad para nada. Ni en lo que promueven, ni en lo que hacen. Ni en las instituciones que  no actúan por temerosas.

Y mientras tanto, nadie puede explicar a los turistas el por qué de un hotel como ése cerrado, mientras ellos deambulan en busca de al menos una habitación para toda una familia.

En este San Luis feudal, los únicos sueños que se concretan son los negocios de la gran familia. Los del pueblo, más tarde o más temprano terminan en pesadillas.