Tras el logro del objetivo de garantizar la más plena dignidad de las personas se analiza siempre cuál es el grado de participación que les compete a las mismas personas, a sus organizaciones y al Estado. Para lo cual se acude al principio de subsidiariedad. El que se refiere a cuándo el Estado puede o no intervenir en las actividades individuales o sociales y se puede resumir en:
a) El Estado no debe hacer lo que pueden realizar las personas o sus distintas formas de organización.
b) El Estado debe crear el ámbito necesario para que las personas o sus organizaciones cumplan sus actividades (sistema legal, justicia, planificación, créditos, etc.)
c) Si las personas o sus organizaciones no hacen lo que es necesario, el Estado puede y debe hacerlo, aún cuando normalmente no sea su campo específico.
Se trata del equilibrio entre la iniciativa individual privada, un Estado indiferente o un Estado intervencionista.
Es evidente que los crecientes niveles de pobreza y una economía con escasa capacidad de generar y sostener el empleo, obligan a mayores niveles de intervención estatal en la solución de los problemas que acucian al pueblo.
Así nos encontramos con políticas estatales correctas y necesarias para solucionar cuestiones de justicia social, de protección a los más débiles, a los excluidos. Como por ejemplo, los planes de ayuda económica, de finalización de estudios, la asignación universal por hijo, fomento al primer empleo, etc.
Pero también nos encontramos con otro tipo de acciones que nos llevan a un más que necesario análisis.
Hay que tener muy en claro que una cosa es acudir en ayuda o sostén de personas o sectores carecientes y otra muy distinta el regalar a manos llenas. Si se quiere quedar bien regalando a quien no lo necesita, puede y debe hacerse con los propios recursos y no con los del Estado, que no están para que los gobernantes se construyan una imagen de generosos Reyes Magos.
Una muestra es el “Plan TUBI – San Luis, mi provincia en bicicleta” que por Ley VIII-0845-2013 rige en nuestra provincia y que de a poco se va extendiendo a todos los sectores de la provincia.
Son correctos sus objetivos de una sociedad sustentable, salud física y psíquica, de transporte limpio, de la práctica de deportes al aire libre, vida saludable, etc. También es destacable el promover la industria y el comercial que genera el ciclismo.
Lo que merece críticas es que se traduce en regalar bicicletas a toda la población estudiantil, incluso la universitaria. Con anuncios de extender estos regalos a empleados y trabajadores.
Los buenos objetivos se aplican ignorando el principio de subsidiariedad en los tres aspectos antes señalados. No se está ante una situación de necesidad vital imposible de resolver para toda la población. Directamente se regala sin una adecuada evaluación de necesidades y posibilidades. Sería más correcto y necesario dar seguridad a los ciclistas, mantener e incrementar las ciclo vías.
Y tras el exceso gubernamental vienen los excesos de las personas, que las ponen en venta en la vía pública o por redes sociales.
Otra muestra, ya a nivel nacional, es la que se concreta a través de Fútbol y Automovilismo para Todos.
Son deportes altamente profesionalizados, que históricamente han funcionado con los recursos que generan, en algunos casos pésimamente administrados. Por más populares que sean estos deportes, ni ellos ni su televisación constituyen una necesidad, mucho menos vital, que el Estado deba asegurar a la totalidad de los argentinos. Menos aún, si la ejecuta con fondos de ANSES que por ley sólo deben destinarse a jubilaciones y usando esos espacios casi con exclusividad para propaganda gubernamental y hasta partidaria; incluso con agravios a otras expresiones políticas.
Hay a lo largo y ancho de nuestra Patria otros muchos casos de este tipo, por ahora sólo éstos para ejemplificar.
Todos surgen de gobernantes que se creen dueños del Estado y de sus recursos y por lo tanto con derecho a usarlos en su propio beneficio; a veces económico, en otros en beneficio electoral, porque de ellos obtienen publicidad y reconocimiento gratuitos.
Actúan así por desprecio a la vida republicana o por la lamentable y persistente actitud de actuar sin ideologías que sustenten la acción, guiados sólo por “si me conviene es bueno”, sin importarle las consecuencias.
Y mientras se regalan bicicletas nos enteramos que en Villa Mercedes los médicos deben “ahorrar jeringas” porque escasean. Ni hablar de los sueldos estatales.
Y mientras se distribuyen miles de millones de pesos en el fútbol y el automovilismo (con algunos pesillos que andan vaya uno a saber por dónde), no hay intención de cumplir con todas las sentencias firmes de la Corte Suprema de Justicia que benefician a miles de jubilados.
La falta de respeto a la República, la carencia de ideologías y la ignorancia de la subsidiariedad sostienen con estas acciones el clientelismo electoral propio de nuestros gobiernos provinciales y nacional.
Clientelismo que no es sino una de las tantas corrupciones de esta politiquería que sufrimos los argentinos.
SAN LUIS. Agosto 13 de 2014
Por favor, que mi bici venga equipada con un desfibrilador portátil y una botella de oxígeno.
Abrazote, Daniel
Así es Tochi, cuánto nos duele en el corazón, esta pobre patria nuestra, la chica y la grande, transformada en centros de corrupción de alta jerarquía. Y donde nuestro pueblo cada día se acostumbra más a esta situación, y se adormece en el silencio ó en la protesta pero no actua. Y lo peor es que siguen creyendo una gran mayoría que debe seguir destruyéndonos el «peronismo». Un abrazo para vos y familia.