LA CANCHA MARCADA

Llamo así a lo que nos dice el artículo 1º de nuestra Constitución Nacional: “La Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republicana federal, según lo establece la presente Constitución”. A eso debemos ajustarnos. Antes que nada y por sobre todo, somos una república.  Que implica entre otros conceptos, imperio de la ley, división  de poderes y su mutuo control, igualdad ante la ley,  amistad cívica,  tolerancia.

Imperio de la ley, no de los hombres, ni de las eventuales mayorías. Una república es independiente de los vaivenes políticos y de los cambios de gobiernos. Ajena a los personalismos. Sarmiento supo decir “Fui elegido presidente de los argentinos, no de mis amigos”.

Nuestra Constitución no habla de democracia sino de sistema representativo y republicano. La república es la meta soñada, el fin. Democracia es el camino, la forma de elegir nuestros representantes y la forma en que éstos habrán de gobernar. La república debe mantenerse independiente y por encima  de las actitudes y pensamientos individuales. Ni persona, ni sector alguno  por mayoritario  que sea,  debe  ser dueño de la república.  Más amplia la mayoría,  mayor responsabilidad en  garantizar a todos  la igualdad  ante la ley y la plena vigencia de  derechos y deberes.

En una república, por encima de cualquier mayoría estará siempre la ley justa como  freno a cualquier tentación de abuso de poder. La república  es el gobierno de la ley justa a través de representantes.  La democracia otorga la distribución proporcional del poder en una república. La democracia en sí no hace república. Repúblicas sin democracia son falacias autoritarias.

El que una  mayoría quiera  perpetuarse en el poder o adueñarse de todo ese poder,  destruye la república y puede generar verdaderas tragedias sociales o económicas, aún cuando lo haga a través de leyes.

En nuestra Patria  hay  una fuerte tendencia a priorizar la democracia en desmedro u olvido de la república; lo que ha sabido ocurrir desde el ejercicio abusivo de mayorías circunstanciales  dejando profunda huella negativa  en las nuevas generaciones. Y si tenemos presente los largos períodos de dictaduras y autoritarismos que han sufrido las generaciones mayores, nos encontramos con esto de menoscabar lo republicano y de creer que un triunfo electoral abre la puerta a gobernar por el capricho, la ignorancia, el autoritarismo. No son pocas las veces que desde el poder se amañan elecciones para dárselas de republicanos y democráticos. Las mayorías dan más responsabilidad republicana, no derecho a adueñarse de todo.

Esto de creer que una ocasional mayoría democrática da derechos por sobre la república nos ha llevado a esta grieta que nos divide y enfrenta  tan dolorosamente estos días. Y se muestra también en jueces amigos o temerosos, en legisladores acríticos y obedientes,  en una educación que soslaya temerosamente el señalar y describir estas desviaciones.

Nuestro futuro habrá de depender de cómo y cuánto protejamos la república, de cómo la vivamos y transmitamos  a nuestros niños y jóvenes. Rescatarla y potenciarla, nos llevará seguramente a una democracia más transparente, honesta, eficaz y eficiente.

Nunca las formas democráticas deben ocultar o desvirtuar la esencia republicana, ni hacernos salir de la cancha marcada  o como supo decir Perón,”dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”.

SAN LUIS. Abril 24 de 2016