DE CÓMO SE NOS VA LA REPÚBLICA

Llegada la democracia a fines de 1983 la saludamos con la alegría y la esperanza que desde la plena vigencia de las instituciones republicanas y democráticas, los argentinos lograríamos resolver nuestros problemas y crecer según nuestros mejores  sueños. Todo parece indicar que esa alegría inicial fue mayor, mucho mayor que el verdadero conocimiento de qué es una democracia  republicana,  cómo funciona y cómo vivirla.

 Es que tantas generaciones formadas  en dictaduras cívico – militares y en democracias teñidas de autoritarismo, resulta bien difícil transitar el camino republicano con la plena vigencia de sus instituciones, de la división de poderes, del respeto mutuo entre mayorías y minorías. Bien difícil está siendo no caer en la tentación de adherir a caudillos ora provinciales, ora nacionales,  que se van adueñando de las instituciones, mientras construyen feudos  corruptos no sólo en lo económico, sino corruptos en la vivencia republicana y en el cumplimiento de la ley. Corrupción ésta, la más grave y difícil de superar.

La corrupción que se ha instalado en la vida republicana, hasta menoscabarla y casi destruirla;  se asienta en la cantidad de votos. Como si tener una mayoría de votos  agotase la democracia.

 Democracia republicana

Llegados aquí conviene precisar conceptos.

La democracia se refiere fundamentalmente a la autoridad para gobernar que se adquiere a través de   los votos. El que gana gobierna, el resto acompaña, colabora o controla. Una democracia así, puede  estar presente en una monarquía, en una república o en las democracias populares del comunismo. También puede ser directa, representativa o participativa.

La república que hemos adoptado los argentinos es un sistema en el cual la constitución y las leyes  dan la estructura del Estado, le fijan funciones, alcances tanto al quehacer estatal como al de los ciudadanos y habitantes. Tiene tres poderes, autónomos y con funciones específicas pero también con sus límites y sus controles mutuos. Del mismo modo que se garantizan derechos, se precisan  deberes.

La democracia es la mayoría gobernando, la república es la ley por sobre todo.

En una democracia republicana, las mayorías elegidas democráticamente no se adueñan del Estado, no conforman un poder omnipotente. Deben ajustarse a la constitución y las leyes. La democracia no es un absolutismo, sino que tiene el techo, el límite de la ley. Para eso está la división de poderes, sus límites y controles, aunque sea reiterativo señalarlo. La ley y su respeto por parte de todos, especialmente de las mayorías, es la garantía de derechos y deberes para todos.

Cambian las mayorías, la república sigue.

A falta de mayorías legalmente alcanzadas las dictaduras destrozan la república, manosean los tres poderes. Hechos así son los que lamentablemente han vivido y conocido muchas generaciones argentinas, al punto de creer que quien está “arriba” tiene el derecho de “ir por todo”, de poner a las instituciones republicanas a su exclusivo y antojadizo arbitrio.

Una concepción así no surge espontáneamente. Además de las iniciativas locales, tiene sustento en pensadores como el  marxista Ernesto Laclau, argentino radicado en Inglaterra y pensador de cabecera de Néstor Kirchner y de Cristina  Fernández de Kirchner. Laclau es quien justifica, aplaude y promueve la apropiación de todas las instituciones de la república cuando hay líderes populares. Propone también la continuidad sin límites en los cargos, la teoría y práctica del eterno conflicto entre amigos – enemigos como sostén y motor de la política, de la ley interpretada por la mayoría y una justicia amiga-cómplice.

 En San Luis.

Antes que el kirchnerismo comenzara su carrera en Santa Cruz y llegase al gobierno nacional,  nuestro San  Luis ya sufría el pisoteo de la constitución y las leyes a manos de los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saá.

Todo comenzó a fines de 1985, cuando al perder las legislativas de  1985 usaron la fuerza y la interpretación antojadiza del marco legal para alcanzar una mayoría en el legislativo por entonces unicameral, que las urnas le habían negado. No lo lograron del todo, pero sí alcanzaron un acuerdo para reformar la constitución, que mostraría su verdadero rostro político. En esos días de 1985 – 1986, comienza el deterioro de nuestra vida republicana en San Luis.

Las presiones hacia los legisladores, con la policía dentro del recinto de sesiones sacando a la fuerza a diputados de la oposición y  las amenazas y favores repartidos convencieron a muchos de que  debían ser obedientes al Poder Ejecutivo.

Más tarde la falta de respeto hacia los jueces a través del diario familiar y manifestaciones en su contra organizadas desde el gobierno con participación de funcionarios y legisladores más la protección policial, terminarían de instalar el miedo en el Poder Judicial.  Sin olvidar las destituciones vía juri a jueces y cesantías a secretarias judiciales por reclamos sustentados en la intangibilidad de sus sueldos.

De ahí en más,  el respeto a la Constitución y las leyes está condicionado a las necesidades y conveniencias del gobierno provincial  o con más precisión,  de los dueños del poder,  los hermanos Rodríguez Saá.

Así es como:

ü  Se  viola la Constitución  en la elección de autoridades y legisladores municipales en numerosas localidades.

ü  Se la viola en lo atinente a la Defensoría del Pueblo.

ü  Se la viola en cuanto a la estabilidad de jueces y secretarios y a la intangibilidad de sus remuneraciones.

ü  Se viola la legislación nacional creando universidades que no lo son.

ü  Se incumple la legislación nacional de jornada extendida en las escuelas primarias.

ü  Se expropian propiedades para obras públicas que terminan siendo cedidas a particulares.

ü  No se respeta ni el Estatuto del Docente, ni la Carrera Sanitaria.

ü  Se destruye la educación pública a través de maniobras privatistas o dándole a la trucha Universidad de La Punta la calidad de cuasi  ministerio.

ü  Se incumplen leyes laborales con alta  inestabilidad  en la administración pública.

ü  No se verifica el cumplimiento de leyes laborales en la actividad privada.

ü  La obra pública pretende  esconder los pésimos salarios con su consecuencia de falta de personal especializado en muchas áreas.

ü  Se designan jueces y funcionarios con pasado en la última dictadura.

ü  No se respeta la autonomía municipal y se tiene una pésima coparticipación de fondos  para con los municipios.

ü  Se violan principios constitucionales al abonar miserablemente el doble cargo docente, calificándolo como extensión de tareas.

ü  Se manipulan las ternas calificadas en concursos  para nombrar amigos.

ü  Se usan los bienes del estado provincial (publicidad, materiales, canal de TV, etc.) al casi exclusivo servicio de las fuerzas políticas afines al gobierno.

ü  Se maneja la pauta publicitaria para tener una prensa amiga o cómplice silenciosa.

ü  Y sigue la lista.

Todo ello es prueba contundente de que mucho antes que el kirchnerismo,  los Rodríguez fueron    “por todo”, sin proclamarlo tanto,  pero lográndolo.

Lo peor de todo.

Si son malos los hechos señalados,  es mucho peor el acostumbramiento a que eso pase, como si fuese lo propio y esencial de una democracia republicana.

Las mayorías obtenidas por las varias expresiones electorales del rodríguezsaaismo, no le han dado la facultad de gobernar para sí, sus familias y amigos, con todo el enriquecimiento aparejado y que jueces amigos en trámites más que veloces no investigaron.

Por encima de esas mayorías electorales, están las leyes. No en vano la Constitución les exige que juren “… cumplir y hacer cumplir… la Constitución y las leyes”

Pero volviendo a lo más grave, al silencio que impera sobre estas cuestiones. Es fruto:

ü  del acostumbramiento: siempre ha sido así, debe estar bien. Los jóvenes no conocen otra realidad.

ü  de la conveniencia: por dinero, posiciones, cargos.

ü  de la complicidad: son parte de este accionar.

ü  del temor: justificado por estar en situaciones socio económicas de debilidad.

ü  de la ignorancia: no tienen idea de qué es una democracia republicana. Algunos prefieren no saber,  otros no tienen la posibilidad de saber. Y ambos aceptan la versión oficial.

ü  de la cobardía: cuando el temor no está justificado.

ü  el hartazgo: cansados de ver y vivir los mismas inequidades, se rechazo todo.

ü  del imperio de la inmediatez: prevalece el hecho, la noticia, la actividad inmediata, en el corto plazo y se posterga o ignora la base fundamental de la República que nos exige pensar y actuar responsablemente hacia el futuro.

ü  valores tergiversados: interesa más, vende más  un choque, un robo o un crimen, que la destrucción de la república.

ü  de la mala memoria, con tanta tropelía algunos se  acostumbran y otros olvidan, perdiendo así la capacidad de integrarlas y de ser persistentes en los reclamos republicanos.

Actitudes éstas y quizás otras, por sí solas o integradas entre sí, son las que hacen que asistamos a este triste festival de destrucción de la vida republicana.

 

El gobierno provincial iniciado en 1983 con Adolfo Rodríguez Saá, continuado por su hermano Alberto, el interinato de Alicia Lemme y ahora por Claudio Poggi, han sido y son formalmente democráticos porque han ganado muchas elecciones; si bien sabemos de unas cuantas maniobras fraudulentas, nada se puede decir ya porque la justicia no las sancionó en su momento.  Pero nunca este gobierno, sus fundadores y continuadores, ha tenido vocación republicana, no se ajusta a la ley, la ignora, la pisotea, la violenta sin la debida intervención de quienes debieran ser sus custodios.

Lo mismo ha ocurrido y ocurre en otras provincias y en el  gobierno nacional.

Así se llega a que quienes reclaman por esta falta de república sean calificados de campeones de la crítica, denunciantes compulsivos y hasta objeto de burla y sarcasmo. Con lo que se cierra y completa el círculo destructor de la república.

El que haya muchos sin interés en participar,  que no se le animan a la “sucia política”; que no  miran más allá de sus intereses personales o sectoriales inmediatos,  que no asumen que callando son co-responsables de la injusticia,  de las destrucción de la república; es la razón  de la existencia  de estados feudales en pleno siglo XXI.

Sólo con memoria, coraje cívico, firmeza en las convicciones y persistencia en las acciones habremos de lograr la  democracia republicana que nos merecemos y como nos la promete nuestro marco institucional.

      SAN LUIS. Abril 12 de 2014.

 

Un comentario sobre “DE CÓMO SE NOS VA LA REPÚBLICA”

  1. Totalmente de acuerdo Tocchi, uno puede ser culpable por acción u omisión, lamentablemente este pueblo se ha transformado en un grupo de ovejas, pero no hay que bajar los brazos y tenemos que seguir luchando para que algún dia en esta Provincia se instale el Republicanismo, abrazos.

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