AL QUE NO SABE IRSE …

Un político debe asumir siempre la responsabilidad por lo que ocurre en las áreas que conduce. Y así como le gusta paladear las mieles del éxito debe tener el valor de asumir fracasos, errores y omisiones. Asumirlos, disculparse y dar un paso al costado cuando resulta evidente su incapacidad para manejar las cuestiones a su cargo.

Esto porque al político demás de idoneidad, probidad y eficiencia, se le exige responsabilidad funcional. Es decir lo que todos juran poseer y ejercer.

Esto en teoría. Veamos qué pasa en nuestro país en estos días cuando lo que se debe hacer, se “debe” para otra oportunidad.

* Caso1: El soldado Carrasco es asesinado dentro del cuartel de Zapala. Y al asesinato le sigue una lamentable cadena de complicidades y encubrimientos. Esto sucede siendo Ministro de Defensa el Dr. Camilión.

* Caso 2: Argentina como miembro de la OEA y garante de la paz entre Perú y Ecuador debió cumplir el embargo en la venta de armas a estos países hermanos. Sin embargo y en turbias maniobras, conocidas y denunciadas dentro del mismo Gobierno Nacional, se le venden armas al Ecuador. Esto sucede siendo Ministro de Defensa el Dr. Camilión.

* Caso 3: En la Fábrica Militar de Río Tercero se produce una desastrosa explosión que destruye con graves secuelas. ¿La causa? La seguridad reducida por falta de presupuesto unida a la irresponsabilidad de los directivos. Esto sucede siendo Ministro de Defensa el Dr. Camilión.

Dice Camilión que un funcionario no puede ser responsable de los delitos que ocurren en las áreas a su cargo. Pero…

-¿Quién es el responsable de las órdenes y directivas a las cuáles se ajusta el accionar en un ministerio nacional?

-¿Quién es el responsable de no escuchar los alertas acerca del destino verdadero de la venta de armas?

-¿Quién es el responsable por funcionarios incapaces y encubridores?

Tanto el Presidente como el Jefe de Gabinete (el de antes y el de ahora) y el mismo Dr. Camilión, miran para otro lado con cara de yo no fui. Peor aún, el Dr. Menem le ratificó la confianza a Camilión. Confianza ¿en qué y para qué?

En donde hay cultura política estas cosas no ocurren. Ante un desastre como éstos, el ministro del área se va de inmediato. Porque se entiende que por acción u omisión es el responsable político (no del delito) por lo ocurrido. Así se dan señales claras de que el sistema democrático es creíble, honesto y transparente.

Supongamos que se le perdona un hecho de estos. Pero …¿tantos sin que haya habido un solo amago de renuncia o de pedirla? Esto no es bueno ni propio de una democracia, sino de una dictadura aferrada al poder, a sus honores y privilegios; eludiendo las responsabilidades y evitando dar la cara.

Lo correcto debió ser la renuncia de Camilión. Y si tiene suficiente hombría de bien, sus disculpas. Al menos se habría advertido una intención de prolijidad, de honestidad intelectual y de proceder. Asumir un error, disculparse por el mismo y dar un paso al costado ennoblece a quien lo hace y sirve de ejemplo.

El Presidente Menem y el Ministro Camilión no parecen pertenecer a la clase de políticos que dan ejemplos y sí a la de los que están dispuestos a cualquier cosa por permanecer aferrados al poder tan amado.

Esta política menemista resulta caprichosa, irrespetuosa e irresponsable se está pagando muy caro a nivel internacional y en especial en el ámbito latinoamericano.

Los que se atan al poder, destruyendo la esencia de las instituciones y menoscabando el concepto del país, deben saber irse. Y si no, hay que correrlos a través del ejercicio del poder ciudadano. A recordarlo para la próxima.

Publicado en EL DECAMERON – Nº 15 del 8 de mayo de 1996